miércoles, 2 de mayo de 2012

HABÍA UNA VEZ UN REY

 HABÍA UNA VEZ UN REY

Había una vez un rey. Era el monarca de un gran pueblo llamado Carabobo, ubicado en la región centro-norte de Venezuela, uno de los principales países productores de petróleo y, según el grupo Gallup, el quinto país más feliz del mundo, donde sus habitantes siempre manifestaban vivir en paz y prosperidad.

El Reino de Carabobo era uno de los pocos que existían en Venezuela, ya que la mayoría de quienes habitaban en ese país estaban establecidos en estados, como todavía se les conoce, pero los carabobeños, así es su gentilicio, lamentablemente corrieron con la mala suerte de habérseles instaurado una monarquía que reinó por muchos años en esas tierras, apoyados en grandes campañas publicitarias que vendían al resto de los habitantes de Venezuela y el mundo una falsa realidad de lo que allí sucedía.

El rey de Carabobo era malo. Engañaba constantemente a su pueblo diciéndole que el gobierno nacional nunca le bajaba los recursos para satisfacer las necesidades de la gente, por lo que gobernaba haciendo grandes esfuerzos, y que a pesar de eso “Unidos pueblo y Reinado Carabobo Avanzaba”.

Esa fue la consigna bajo la cual mantuvo dominados a los habitantes del reino por muchos años: “Unidos pueblo y Reinado Carabobo Avanza”. La repetía como loro, de manera incansable. Lo hacía para justificar cualquier reclamo que pudiesen hacerle por el mal estado de las vías, por la gran  cantidad de obras inconclusas, las pésimas condiciones salariales de los médicos y maestros dependientes del Reino, además de la gran cantidad de problemas que se presentaban a diario en un territorio gobernado por el caos y la desidia.

Y no solamente eso, sino que también muchos trabajadores y trabajadoras que dependían directamente del Reino de Carabobo estaban descontentos por el maltrato que recibían del rey y su entorno, en palacio y sus instituciones, quienes no conformes con pagarles un pírrico salario, bajo el pretexto de no contar, como les he venido contando, con los recursos necesarios, les gritaban y humillaban constantemente para que no alzaran sus voces de protesta, so pena de ser despedidos injustificadamente de sus cargos.

De manera que el Rey malo, de la manera más vil y descarada, tenía la firme intención de hacerse con el poder por mucho tiempo y a como diera lugar, no solo utilizando el discurso de la limitación financiera como excusa, sino que también asustaba a la población con una supuesta fiera feroz que estaba destruyendo toda Venezuela, y que de llegar a Carabobo, el peligro era inminente, por lo que había que mantenerse  unidos para enfrentarla y aguantar los embates de las problemáticas existentes, ya que muy pronto esa pesadilla se iba a acabar y la fiera seria destruida, según la leyenda, por la mesa de las tres patas, o la mesa de la unidad, como también se le conocía.  

Todo estaba perfectamente pensado, por lo que la dictadura monárquica pudo durar muchos años, y entre otras cosas, saboteaba los programas sociales que desde el gobierno central bajaban para los más humildes, e impedía que los beneficios llegaran hasta ellos, imponiendo un régimen nefasto para encubrir su responsabilidad ante la gran cantidad de irregularidades existentes durante su administración y responsabilizar a la supuesta “fiera feroz” de los problemas.

Pero sucedió que llegaron tiempos duros para el Reino, y los habitantes de Carabobo comenzaron a darse cuenta de muchas cosas, sobre todo de las realidades de otros estados liberados de regímenes monárquicos, quienes vivían alegres y felices, y cuando las demandas sociales llegaron a su límite, cuando ya la mentira era insostenible, entonces el Rey recurrió a su ultima arma: contrarrestar los reclamos con violencia!

Es así entonces como el monarca, de manera perversa, comenzó a disfrazar a funcionarios policiales de dirigentes vecinales para infiltrarlos en las diferentes manifestaciones que se venían dando en todo el reino de Carabobo, la mayoría por la desaparición de recursos destinados a obras importantes y otras tantas inconclusas, enfrentándolos a la genuina dirigencia vecinal, lo que causó el más absoluto rechazo de todos los sectores, ya que no solo estas personas se dedican a gritar consignas a favor del Rey, sino que también, apoyados con armas de fuego, amedrentaban a los presentes y los golpeaban, bajo la complicidad de algunos medios de comunicación afectos al status quo que tergiversaban la realidad de los hechos, y en el mejor de los casos, no reseñaban nada de lo que ocurría.

Hasta que un día, todos los habitantes del reino de Carabobo comenzaron a organizarse en asambleas populares en sus respectivas zonas y comenzaron a denunciar de manera pública al vil Rey, al principio de manera tímida y algo conservadora, pero cuando se encendió con fuerza el reclamo popular, ya no hubo forma de contener a esa gran multitud de personas que todos los días salía a la calle a animar al resto de la población para que de manera pacífica, sin armas, y dentro de los parámetros que establece la ley, salieran de la monárquica tiranía que había sumergido al reino en el más absurdo de los atrasos con respecto al resto de las entidades que hace mucho tiempo habían dejado atrás ese tipo de regímenes que datan incluso muchos siglos antes de Jesucristo.

Y fue así pues, como el pueblo salvo al pueblo! La verdad se impuso ante la mentira, y los habitantes del reino de Carabobo decidieron expresarse en las urnas electorales de manera contundente y promover un cambio, comenzando de esa manera su transición hacia a un estado moderno, democrático, donde la participación protagónica del pueblo juegue un papel fundamental en la toma de decisiones importantes para la vida pública, para sacar al Rey de su trono, quien al igual que sus decretos, pasó a ser historia, y más nunca se supo nada de él.

Fue así, como los carabobeños y las carabobeñas, asumiendo la responsabilidad histórica que tenían con su pueblo, forjaron su propio futuro y lograron ser felices para siempre.

Lo dijo Abraham Linconl: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Palabra cierta

Por: Alexis López
*Periodista, Concejal del Municipio Valencia,
Director de Comunicación, Propaganda y
Agitación del PSUV- Valencia
@alexiscontodo

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