Había una vez un rey. Era el monarca de un gran pueblo
llamado Carabobo, ubicado en la región centro-norte de Venezuela, uno de los
principales países productores de petróleo y, según el grupo Gallup, el quinto
país más feliz del mundo, donde sus habitantes siempre manifestaban vivir en
paz y prosperidad.
El Reino de Carabobo era uno de los pocos que existían en
Venezuela, ya que la mayoría de quienes habitaban en ese país estaban
establecidos en estados, como todavía se les conoce, pero los carabobeños, así
es su gentilicio, lamentablemente corrieron con la mala suerte de habérseles
instaurado una monarquía que reinó por muchos años en esas tierras, apoyados en
grandes campañas publicitarias que vendían al resto de los habitantes de
Venezuela y el mundo una falsa realidad de lo que allí sucedía.
El rey de Carabobo era malo. Engañaba constantemente a su
pueblo diciéndole que el gobierno nacional nunca le bajaba los recursos para
satisfacer las necesidades de la gente, por lo que gobernaba haciendo grandes
esfuerzos, y que a pesar de eso “Unidos pueblo y Reinado Carabobo Avanzaba”.
Esa fue la consigna bajo la cual mantuvo dominados a los
habitantes del reino por muchos años: “Unidos pueblo y Reinado Carabobo
Avanza”. La repetía como loro, de manera incansable. Lo hacía para justificar
cualquier reclamo que pudiesen hacerle por el mal estado de las vías, por la
gran cantidad de obras inconclusas, las
pésimas condiciones salariales de los médicos y maestros dependientes del
Reino, además de la gran cantidad de problemas que se presentaban a diario en
un territorio gobernado por el caos y la desidia.
Y no solamente eso, sino que también muchos trabajadores y
trabajadoras que dependían directamente del Reino de Carabobo estaban
descontentos por el maltrato que recibían del rey y su entorno, en palacio y
sus instituciones, quienes no conformes con pagarles un pírrico salario, bajo
el pretexto de no contar, como les he venido contando, con los recursos
necesarios, les gritaban y humillaban constantemente para que no alzaran sus
voces de protesta, so pena de ser despedidos injustificadamente de sus cargos.
De manera que el Rey malo, de la manera más vil y descarada,
tenía la firme intención de hacerse con el poder por mucho tiempo y a como
diera lugar, no solo utilizando el discurso de la limitación financiera como
excusa, sino que también asustaba a la población con una supuesta fiera feroz
que estaba destruyendo toda Venezuela, y que de llegar a Carabobo, el peligro
era inminente, por lo que había que mantenerse
unidos para enfrentarla y aguantar los embates de las problemáticas
existentes, ya que muy pronto esa pesadilla se iba a acabar y la fiera seria
destruida, según la leyenda, por la mesa de las tres patas, o la mesa de la
unidad, como también se le conocía.
Todo estaba perfectamente pensado, por lo que la dictadura
monárquica pudo durar muchos años, y entre otras cosas, saboteaba los programas
sociales que desde el gobierno central bajaban para los más humildes, e impedía
que los beneficios llegaran hasta ellos, imponiendo un régimen nefasto para
encubrir su responsabilidad ante la gran cantidad de irregularidades existentes
durante su administración y responsabilizar a la supuesta “fiera feroz” de los
problemas.
Pero sucedió que llegaron tiempos duros para el Reino, y los
habitantes de Carabobo comenzaron a darse cuenta de muchas cosas, sobre todo de
las realidades de otros estados liberados de regímenes monárquicos, quienes
vivían alegres y felices, y cuando las demandas sociales llegaron a su límite,
cuando ya la mentira era insostenible, entonces el Rey recurrió a su ultima
arma: contrarrestar los reclamos con violencia!
Es así entonces como el monarca, de manera perversa, comenzó
a disfrazar a funcionarios policiales de dirigentes vecinales para infiltrarlos
en las diferentes manifestaciones que se venían dando en todo el reino de
Carabobo, la mayoría por la desaparición de recursos destinados a obras
importantes y otras tantas inconclusas, enfrentándolos a la genuina dirigencia
vecinal, lo que causó el más absoluto rechazo de todos los sectores, ya que no
solo estas personas se dedican a gritar consignas a favor del Rey, sino que
también, apoyados con armas de fuego, amedrentaban a los presentes y los
golpeaban, bajo la complicidad de algunos medios de comunicación afectos al
status quo que tergiversaban la realidad de los hechos, y en el mejor de los
casos, no reseñaban nada de lo que ocurría.
Hasta que un día, todos los habitantes del reino de Carabobo
comenzaron a organizarse en asambleas populares en sus respectivas zonas y
comenzaron a denunciar de manera pública al vil Rey, al principio de manera
tímida y algo conservadora, pero cuando se encendió con fuerza el reclamo
popular, ya no hubo forma de contener a esa gran multitud de personas que todos
los días salía a la calle a animar al resto de la población para que de manera
pacífica, sin armas, y dentro de los parámetros que establece la ley, salieran
de la monárquica tiranía que había sumergido al reino en el más absurdo de los
atrasos con respecto al resto de las entidades que hace mucho tiempo habían
dejado atrás ese tipo de regímenes que datan incluso muchos siglos antes de
Jesucristo.
Y fue así pues, como el pueblo salvo al pueblo! La verdad se
impuso ante la mentira, y los habitantes del reino de Carabobo decidieron
expresarse en las urnas electorales de manera contundente y promover un cambio,
comenzando de esa manera su transición hacia a un estado moderno, democrático,
donde la participación protagónica del pueblo juegue un papel fundamental en la
toma de decisiones importantes para la vida pública, para sacar al Rey de su
trono, quien al igual que sus decretos, pasó a ser historia, y más nunca se
supo nada de él.
Fue así, como los carabobeños y las carabobeñas, asumiendo
la responsabilidad histórica que tenían con su pueblo, forjaron su propio
futuro y lograron ser felices para siempre.
Lo dijo Abraham Linconl: “Puedes engañar a todo el mundo
algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a
todo el mundo todo el tiempo”. Palabra cierta
Por: Alexis López
*Periodista, Concejal del Municipio Valencia,
Director de Comunicación, Propaganda y
Agitación del PSUV- Valencia
@alexiscontodo
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